El probiótico que ayuda a “derretir” el

exceso de grasa

Usted probablemente conoce a alguna de esas personas que comen por cuatro y no tienen ni un gramo de más, mientras que otras, menos afortunadas, almacenan cada caloría que ingieren directamente en el abdomen, las caderas o los glúteos y tienen dificultades para bajar de peso.

Si usted pertenece a esta segunda categoría, si es de los que ya lo ha probado todo y no consigue adelgazar, por favor, lea lo siguiente. Aprenderá cómo es posible solventar de alguna forma esta “injusticia”, sin esfuerzo y sin tener que seguir una dieta restrictiva.

Y es que, en realidad, todo tiene que ver con la flora intestinal. Lo que sucede en sus intestinos está estrechamente relacionado con su peso y, más importante aún, con su salud en general.

La calidad de la flora intestinal afecta a su peso

Para entender el papel central que desempeña la flora intestinal, debe tener en cuenta que sus intestinos contienen de forma natural alrededor de 100 billones de bacterias (sí, nada menos que 14 ceros). Para hacerse una idea de su magnitud, piense que se trata de una cantidad diez veces superior al número de células de todo el cuerpo.

Esta enorme población de bacterias se divide en más de 500 especies diferentes, que forman lo que se conoce como microbiota intestinal (o flora intestinal). Conforman un ejército de billones de microorganismos que pueblan su intestino y que, día y noche, lo protegen, lo limpian e impiden que las bacterias y levaduras nocivas se desarrollen y les quiten el sitio.

Cada especie se dedica específicamente a unas funciones. Así, por ejemplo, el muy conocido Lactobacillus casei (o L. casei) tiene una función clave en la inmunidad. El papel de otra de estas especies, el Lactobacillus gasseri (o L. gasseri) es decisivo para el control del peso, según han ido sabiendo los investigadores.

Así, gracias a las observaciones realizadas en personas con sobrepeso u obesidad, los investigadores han descubierto que algunas bacterias pueden causar una inflamación latente que contribuye al aumento de peso. En un estudio se observó que la flora intestinal de las personas obesas tiene un 20% más cantidad de unas bacterias llamadas firmicutes que la de las personas delgadas.

Las firmicutes hacen que el organismo extraiga las calorías de azúcares complejos y se almacenen en forma de grasa. En un estudio llevado a cabo en animales, cuando estas bacterias se trasplantaron a ratones de peso normal, comenzaron a ganar dos veces más grasa.

En otro estudio llevado a cabo en seres humanos, se hizo que personas con sobrepeso tomaran una bebida de leche fermentada enriquecida con probióticos, bacterias beneficiosas que reequilibran la flora intestinal. El resultado fue que el simple hecho de tomar esta bebida (sin hacer nada más) les permitió reducir la grasa abdominal en casi un 5% y la grasa subcutánea en más del 3% después de 12 semanas.

Como ve, la flora intestinal puede jugar un papel clave en nuestro peso. Pero eso no es todo, porque también es esencial en el apoyo al sistema inmunológico, que es en sí la primera línea de defensa contra todas las enfermedades.

Esencial para defender su inmunidad

Una flora intestinal saludable ayuda a mantener las bacterias malas bajo control y a protegerse contra el crecimiento de otros microorganismos que podrían causar enfermedades (virus, levaduras, hongos…).

Si usted tiene un exceso de bacterias dañinas en el intestino esto puede manifestarse de varias maneras, como en forma de gases e hinchazón, fatiga, antojos de azúcar, náuseas, dolor de cabeza, estreñimiento o diarrea. También puede que, aunque siga una dieta saludable e incluso practique actividad física de forma regular, tenga problemas para controlar su peso.

Y es que la flora intestinal juega un papel clave en el apoyo de muchas funciones del organismo, tales como la digestión y la absorción de algunos hidratos de carbono, la producción de vitaminas y minerales y la eliminación de toxinas.

Por tanto, es imperativo preocuparse de mantener una buena flora intestinal para protegerse contra las enfermedades y para mantener más fácilmente un peso óptimo.

El frágil equilibrio de la flora intestinal

La flora intestinal es herencia de la madre. Antes de nacer, el tubo digestivo es estéril, pero al salir del vientre materno, la flora vaginal de la madre puebla su intestino. Después, la leche materna le procura otras bacterias probióticas indispensables, como el L. gasseri.

Hoy en día, las cesáreas y los biberones de leche pasteurizada hacen que a menudo no sea la madre quien garantice este poblamiento temprano. Con la cesárea, se salta la etapa de colonización a través de la flora vaginal y, si además el recién nacido no es amamantado, tampoco obtiene esas bacterias maternas buenas que deberían poblar su intestino.

Al final son las bacterias agresivas de los hospitales o el aire viciado de nuestras ciudades los que se encargan de hacer el trabajo. Esto ayuda a entender mejor la llegada de nuevas generaciones de niños frágiles, alérgicos y asmáticos.

Aunque la calidad de la flora intestinal se define en gran parte a partir de los primeros días de su vida, es algo vivo y que evoluciona de acuerdo con la nutrición, las enfermedades y, por supuesto, los medicamentos que una persona toma a lo largo de su vida.

Si usted come una gran cantidad de alimentos procesados, por ejemplo, sus bacterias intestinales se verán comprometidas debido a que estos alimentos destruyen la microflora saludable y alimentan malas bacterias y levaduras. Sus bacterias intestinales son también muy sensibles a los antibióticos, al agua clorada, a los jabones antibacterianos, a los productos químicos agrícolas y, en general, a todas las formas de contaminación.

En parte debido a esta exposición a los contaminantes, a la que todos nos enfrentamos, los nutricionistas recomiendan “sembrar” de nuevo el intestino con bacterias buenas, lo que puede hacerse consumiendo alimentos fermentados y también tomando un complemento probiótico.

Consejos de alimentación para optimizar su flora intestinal

Desde siempre la gente ha utilizado los alimentos fermentados (como el yogur y el chucrut) para mejorar su salud digestiva, ya que estos alimentos son ricos de forma natural en bacterias beneficiosas. Así que incorporarlos a su dieta es una buena forma de optimizar su salud digestiva, siempre y cuando estos alimentos sean fermentados de forma natural (y, por lo tanto, no pasteurizados, pues la pasteurización mata los probióticos naturales). Si usted come de forma habitual alimentos fermentados, sus bacterias intestinales prosperarán.

Otra buena recomendación es aportar alimentos ricos en fibra, ya que algunas de ellas (olisacáridos) tienen efecto prebiótico, es decir, son utilizadas como sustrato para el desarrollo y proliferación de las bacterias buenas en su intestino.

Si usted no come estos alimentos con regularidad, o si ha tomado recientemente antibióticos, un suplemento probiótico ayudará a darle a su salud intestinal el impulso que necesita.

Los probióticos son una variedad de bacterias buenas que colonizan la flora bucal, intestinal y vaginal. Son conocidos por sus efectos beneficiosos sobre el sistema inmunológico y por fortalecer las defensas naturales.

Los probióticos mejor conocidos son las bacterias del ácido láctico, que se llevan utilizando desde hace miles de años para la conservación de los alimentos por fermentación (verduras, cereales, carnes, etc.). También se utilizan en la producción de yogur.

Entre estas bacterias de ácido láctico, hay una particularmente interesante, que es el Lactobacillus gasseri que antes le mencioné, un probiótico esencial para el equilibrio de la flora intestinal y también para controlar el peso.

El probiótico L. gasseri se instaló en el organismo originalmente en gran parte por el primer contacto e intercambio fisiológico entre la madre y el niño al nacer, como vimos. Pero ya de adultos es posible sembrar la flora intestinal con L. gasseri.

En un primer momento se descubrieron propiedades del L. gasseri que reforzaban el sistema inmunitario, beneficio que comparte con otras bacterias de la familia Lactobacillus. Pero lo que hace especial a este probiótico es su inusual capacidad para ayudar a las personas a bajar de peso, especialmente alrededor del abdomen.

El “disparador” para perder el exceso de peso

En 2010, investigadores japoneses realizaron un estudio cuyo objetivo fue examinar los efectos de los probióticos Lactobacillus gasseri sobre la obesidad.

El ensayo clínico multicéntrico se realizó a doble ciego, controlado con placebo, aleatorizado, sobre 87 sujetos con un importante excedente de grasa abdominal. Después de 12 semanas, los sujetos suplementados con L. gasseri perdieron un promedio del 4,6% de la grasa abdominal y del 3,3% de la grasa subcutánea. Su peso se redujo en un 1,4% y su circunferencia de cintura en un 1,8%. Este estudio humano confirmó los resultados de un ensayo previo que había demostrado la eficacia del L. gasseri para reducir los niveles de grasa en animales.

Estos resultados se explican por la capacidad del L. gasseri para hacer más impermeable e impenetrable la barrera de la mucosa intestinal. Por lo tanto, las sustancias nocivas no pueden entrar libremente en la sangre. El L. gasseri también puede cambiar las señales químicas del sistema digestivo, modificando el tratamiento de la grasa en el cuerpo.

En cuanto a la pérdida de peso que es posible gracias a la suplementación con L. gasseri, no se trata de esperar milagros de la noche a la mañana. El reequilibrio de la flora intestinal es complejo y llevará tiempo, sea cual sea su situación actual. Sin embargo, la evidencia de la acción de L. gasseri sobre la pérdida de peso está ahí. Los sujetos del estudio japonés citado perdieron grasa abdominal sin hacer dieta. Y es que al sembrar el intestino de L. gasseri, se equilibra la flora intestinal y se mejora el metabolismo. Así que no hay duda de que esta es una forma muy interesante de multiplicar los efectos de cualquier dieta.

Si usted lleva un buen estilo de vida y, a pesar de todo, tiene problemas de peso, sobre todo en la cintura, es posible que el L. gasseri sea el detonante que le permitirá finalmente perder ese exceso de peso.

El problema de los probióticos por vía oral

El mayor desafío para los probióticos es su biodisponibilidad, es decir, la cantidad real de probióticos del que su cuerpo se beneficiará al final.

Y es que hay que recordar que los probióticos son bacterias vivas, que sufren los ataques ácidos de las enzimas de la saliva y del estómago. Por eso, la mayoría de las bacterias desaparece en su camino al estómago y las que sobreviven difícilmente tienen posibilidad de instalarse en el intestino una vez superada la barrera del estómago.

Ese es el gran reto al que se enfrentan los laboratorios a la hora de crear probióticos: conseguir que estas bacterias buenas no mueran antes de llegar a su destino. En definitiva, puede haber una gran diferencia entre la dosis que indica que contiene la etiqueta de un producto y la que realmente va a llegar a su intestino y actuará en su organismo.

La clave es la elección de las cepas probióticas, la dosis que incluye, el tipo de cápsula que se elige para que las bacterias hagan el “viaje” a través del tubo digestivo, el modo de fabricación e incluso el de almacenamiento.

Por lo tanto, el primer consejo a la hora de escoger un probiótico es fijarse en la población bacteriana que contiene. Mil millones de bacterias es el mínimo; por debajo de esta cantidad el efecto que se puede esperar es casi nulo. Pero si quiere escoger un producto con garantías de que le ayude a repoblar su flora intestinal mi consejo es que empiece a confiar a partir de 8 mil millones.

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La longevidad con buena salud, muy

vinculada a la felicidad

¿Se imagina un estudio sobre salud de la población que se iniciara en 1938 y que aún continuara? Pues es el que empezaron a realizar investigadores de Harvard rastreando la salud de 268 estudiantes de esa universidad, esperando que les revelara información sobre vida saludable y felicidad.

El estudio, llamado Harvard Study of Adult Development, fue incorporando a sus descendientes (unas 1.300 personas, que ahora tienen entre 50 y 60 años), a sus esposas, y se reclutó a más personas. De aquellos primeros investigados hoy sólo viven 19.

Los investigadores no sólo han estudiado todo lo relacionado con su salud, sino que han ido mucho más allá, analizando en todos los participantes su primera infancia, su vida laboral, sus éxitos y fracasos, su vida sentimental, sus amigos, su vida social… En ese tiempo algunos participantes llegaron a ser hombres de éxito (médicos, abogados, empresarios…), mientras que otros terminaron cayendo en el alcohol y las drogas; algunos tuvieron matrimonios largos y felices, mientras que otros acumularon fracasos sentimentales; algunos tuvieron vidas sociales ricas, mientras que otros se convirtieron en personas solitarias y aisladas.

Tras 80 años de investigación, se están viendo resultados sorprendentes. Por ejemplo, uno de los hallazgos más llamativos ha sido encontrar una clara relación entre la felicidad y la fortaleza de las relaciones personales con la buena salud. Los investigadores consideran que el cuidado físico del cuerpo (alimentación, ejercicio, etc.) es muy importante, pero la gran revelación es que también lo es tener relaciones personales cercanas, de las que hacen a la gente feliz, hasta el punto de que los investigadores consideran que gozar de este tipo de vínculos es un mejor predictor de una vida larga y feliz que otra clase de variables. De hecho, y por poner un ejemplo, el nivel de satisfacción de las personas de 50 años con su vida personal es un mejor predictor de salud física que el nivel de colesterol. Las relaciones personales cálidas y las relaciones de pareja sólidas ayudan a retrasar el declive mental y físico y, en definitiva, a envejecer mejor.

Pero todavía hay mucho que aprender, y ahora el estudio se está centrando en analizar el impacto en la salud del estrés laboral.

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