Aprovechando las recientes publicaciones sobre  como una buena resolución de la inflamación es importante para mejorar acontecimientos cardiovasculares  y las nuevas perspectivas de tratamiento basadas en un consumo adecuado de ácidos omega 3 y la aportación de microdosis de monóxido de carbono publicamos de nuevo este artículo sobre como generar las mejores condiciones para resolver un proceso inflamatorio y os recordamos que no solo es efectivo en lesiones del aparato locomotor sino a cualquier proceso inflamatorio

Si bien hace algún tiempo publicamos dos artículos referentes a  las razones fisiológicas detrás la inflamación y sobre por qué la inflamación es mejor no inhibirla con hielo. ¿Por qué? Porque la inflamación no solo es necesaria sino que es un proceso auto-limitado por lo que sin ningún tipo de tratamiento este proceso puede terminar en su curso natural sin problemas.

Ahora, como sabemos que el tiempo es muy valioso, hemos preparado una dieta regenerativa para proveer un proceso curativo apropiado.

Generando las mejores condiciones para regenerar tejido

Toma en consideración estas dos premisas básicas antes de iniciar esta dieta:

  • Genera un ambiente anti-inflamatorio
    Olvídate de todos los nutrientes que por su propia naturaleza generan una inflamación como los cereales, las legumbres y los lácteos.
  • Confía en tu cuerpo y déjalo seguir su proceso
    Evita el uso de anti-inflamatorios y el uso de hielo para no boicotear a tu propio organismo.

Recuerda que nuestros ancestros no podían permitirse tres semanas para poder curar un esguince por lo que durante nuestra historia se han ido descubriendo ciertos nutrientes que son fáciles de conseguir y ayudarán al cuerpo a volver a estar al 100% en el menor tiempo posible. Podemos definir un seguido de reglas y alimentos a comer que nos ayudaran a regenerar tejido de forma más eficiente.

Reglas básicas para seguir una dieta regenerativa

  1. Aportar suficientes recursos para la producción de lipoxinas y resolvinas
    Porque estas últimas son las que guían y resuelven el proceso inflamatorio. Se producen gracias a los ácidos grasos poliinsaturados, esto significa que lo mejor que puedes comer para ayudar a tu cuerpo a producirlas es:
    • Mucho pescado azul
    • Carne de calidad (alimentados con pasto)
    • Y, si deseas asegurarte, puedes consumir omega 3 como suplemento. Un gramo de EPA y otro de DHA a diario es suficiente.
  2. Alargar el tiempo que las sustancias inflamatorias están activas
    Se sabe que la acetilación de limosinas aumenta la actividad de las sustancias inflamatorias por lo que un consumo apropiado de los siguientes alimentos puede servir:
    • Zanahorias.
    • Corteza de sauce (o aspirina en dosis baja de 80 mg/día).
    • Cilantro biológico.
    • Diente de león, o arándanos.
  3. Dar un impulso para que las células inmunitarias se dirijan hacia la lesión 
    Para esto necesitamos generar calor, lo que ayuda a que se genere una buena vasodilatación periférica y que las células reguladoras del proceso lleguen rápidamente a la zona afectada. Los estímulos químicos que genera una cantidad óptima de Arginina resultan de mucha ayuda. Los alimentos en los que podemos encontrarla son:
    • La gelatina.
    • Carne y marisco.
    • Frutos secos.

Qué comer para regenerar una inflamación

Esta es una guía de cómo debe plantearse una dieta regenerativa específica para la resolución de una inflamación basada tanto en la evidencia científica como en nuestra experiencia clínica. Si es que tienes un amigo con alguna inflamación, recomiéndala y verás cómo su proceso de recuperación mejora.

Recomendaciones básicas:

– Solo se realizarán dos comidas al día como máximo: la comida y la cena. En el desayuno, solo de ser necesario, se comerá frutas.

– Una de las comidas del día debe contener una fuerte proteica importante como el pescado azul o carne ecológica.

Nutrientes importantes en la dieta:

  • Espinacas  (clorofila). Consumir diariamente, cuanta más cantidad mejor
  • Zanahoria cocida y cilantro (ácido salicílico). Consumir diariamente, cuanta más cantidad mejor
  • Setas.
  • Uva negra.
  • Pescado azul: sardinas, atún, boquerones, …
  • Carne ecológica
  • Tomillo, romero, albahaca, menta (carvacrol, thymol y p-cimene) macerado con aceite de oliva.
  • 2 cebollas al día
  • 2 dientes de ajo al día.

 

FUENTE

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No hay persona que no haya tenido que pasar por un proceso inflamatorio y este sigue unos tiempos y unas jerarquías muy determinados, y es orquestado por diferentes mediadores celulares (factores de crecimiento, inmunomensajeros, sustancias proinflamatorias…). Toda esa información se procesa vía nerviosa.

Después de una lesión, los mecanismos para volver a la homeostasis son muy precisos. Tanto, que cuanto más los estudiamos mejor comprendemos que deberíamos ser extremadamente cuidadosos con nuestras intervenciones, para no boicotear este delicado proceso corporal.

Tal como vemos en la imagen, el proceso normal nos lleva a la homeostasis y la mala resolución a la cronificación y la fibrosis.

En un entorno donde el ser humano dependía únicamente de su cuerpo para sobrevivir, la curación se seleccionó de forma natural con el objetivo de solucionar el problema en tiempo record. Partiendo de este marco conceptual, la aplicación de hielo sería una de las intervenciones que van en contra del proceso de curación.

Pero en cambio, y como bien sabréis, hasta ahora hemos vivido con el convencimiento de que ante cualquier lesión lo primero que debemos hacer es aplicar hielo. No aplicarlo iría en contra de lo que me enseñaron en la facultad.

 

Recuerdo perfectamente a mi profesora de tercero de Fisioterapia pronunciando su frase preferida: “con el hielo nunca te equivocarás”. Vale, de acuerdo, pero realmente, ¿qué conseguimos con esa intervención? ¿En qué evidencia se basa su aplicación?

Y si nos lo planteamos desde una perspectiva evolutiva, parece difícil que nos seleccionásemos para curarnos usando hielo, pues los congeladores tardaron un poco más en llegar…

¿Tal vez esto explique la gran incógnita de por qué los inuits decidieron instalarse en un terreno tan inhóspito como las regiones árticas? ¡Claro! BUSCABAN HIELO ABUNDANTE Y ACCESIBLE PARA TENERLO A MANO EN CASO DE LESIÓN.

Como veis, nos encontramos ante una gran crisis cognitiva, y en estos casos lo primero es buscar artículos serios que puedan resolver nuestras dudas. Así lo hice, y para mi estupor descubrí que no podía encontrar ningún artículo serio que validara la aplicación de hielo de la forma tan amplia en que se utiliza.

Puesto que no podemos basarnos en ninguna docta referencia, pasemos al plan B: usemos el sentido común y planteémonos qué ofrece la aplicación de hielo y cuáles son sus contraprestaciones. El resumen de este planteamiento sería el siguiente:

Hielo e inflamación

  1. El hielo es antiinflamatorio

    Efectivamente el hielo tiene propiedades vasoconstrictoras y por tanto la inflamación es menor. Mi duda radica en que, si la respuesta endógena inicial es la vasodilatación principalmente para aislar la herida y permitir que las células regenerativas lleguen al lugar dañado, ¿realmente necesitamos esa vasoconstricción?

    Yendo un poco más allá, si sabemos que el hielo produce luego una vasodilatación reactiva, es evidente que lo único que conseguimos es que los procesos endógenos no sigan los timings específicos que se necesitan para una óptima recuperación.

  2. El hielo evita la hipoxia secundaria

    Este argumento, que por cierto me parece excelente, viene a decir que ante una lesión es probable que haya rotura de vasos sanguíneos y que, por lo tanto, hasta que no se recupere la irrigación, el tejido queda desnutrido y existe la posibilidad de que una parte del mismo quede afectada por esta carencia.

    El hielo, al enfriar y disminuir el metabolismo, minimiza los requerimientos “nutricionales” del tejido, y en consecuencia el daño será menor.

    Ante este hecho sólo nos queda observar que el propio organismo prefiere que se dañe algo más de tejido pero que el que se recupere esté completamente sano, y por ello incluso envía células a comerse parte del tejido semi-dañado (lo que clásicamente llamamos cortar por lo sano). Así pues podría ser que hasta la hipoxia secundaria sea necesaria.

  3. El hielo quita el dolor

    Así es, de hecho, el hielo no es sólo analgésico sino también anestésico. Es decir, no solamente disminuye el dolor sino también la sensibilidad. Siempre está bien disminuir la sensación del dolor, ¿pero bajo qué mecanismo lo conseguimos? Dañando el nervio.

    El hielo es un neurotóxico, y por tanto su aplicación implica, en un primer momento, la disminución de la transmisión nerviosa. Y, si se mantiene la aplicación, puede desembocar en una lesión en el nervio.

    De hecho, muchos de los estudios en animales que investigan cómo se regenera un nervio, para dañarlo primero suelen aplicar hielo. Puesto que el encargado de retransmitir cómo evoluciona el proceso es el nervio, el problema es además que suframos adaptaciones menos ajustadas.

Corolario:

  • El proceso de regeneración de tejidos se produce mediante una conjunción de respuestas altamente seleccionadas que nos llevan la mayoría de las veces a una recuperación completa.
  • El momento en que se produce cada una de las respuestas es muy importante (timing is the answer of success).
  • Debemos profundizar más en los efectos de las intervenciones exógenas que solemos hacer y asegurarnos de que sus consecuencias son realmente beneficiosas.
  • En cuanto al hielo en concreto, no existen evidencias suficientes para utilizarlo tan indiscriminadamente como hacemos; por lo menos el sentido común arroja ciertas dudas sobre los beneficios clásicamente descritos.

Por tanto, ante esas dudas, yo hace ya tiempo que evito la aplicación de hielo en mis pacientes si no es estrictamente necesario, y me dedico exclusivamente a apoyar la propia respuesta corporal. Y os aseguro que los resultados, hasta el momento, son altamente gratificantes.

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