Un virus del resfriado común logra destruir las células cancerosas del cáncer de vejiga

Una cepa del virus del resfriado consigue destruir las células del cáncer de vejiga, un avance científico que podría revolucionar los tratamientos oncológicos, según un estudio publicado en AACR. 

En el experimento, un grupo de investigadores de la Universidad de Surrey y del Hospital Real del Condado de Surrey (Reino Unido) usó el coxsackievirus (CVA21), un virus vinculado al constipado común, en quince pacientes con cáncer de vejiga no músculo-invasivo, el décimo tipo de cáncer más frecuente en el Reino Unido.

Los expertos inocularon mediante catéter el CVA21 en las vejigas de los enfermos una semana antes de que se sometieran a una operación quirúrgica para extirpar los tumores.

Tras realizar un análisis de tejidos después de la cirugía, los investigadores descubrieron que el virus atacó solamente a las células cancerosas, infectándolas, reproduciéndose en su interior y causando finalmente su muerte.

La mayoría de los pacientes experimentaron una reducción de la carga tumoral y un incremento en la muerte de células cancerosas, mientras que uno de ellos ya no tenía huellas del cáncer tras una semana de tratamiento. Asimismo, no se observaron efectos secundarios significativos en ninguno de los enfermos, resaltan los científicos.

Los tratamientos contra el cáncer de vejiga actuales suponen un tratamiento prolongado e invasivo que "es ineficaz y tóxico para una parte de los pacientes", explicó Hardev Pandha, uno de los autores de la investigación.

"Los virus oncolíticos como el coxsackievirus podrían transformar la manera de tratar los cánceres y marcar el abandono de tratamientos más establecidos como la quimioterapia", agregó Nicola Annels, de la Universidad de Surrey.

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Descubren en un meteorito un mineral nunca visto en la Tierra

En 1951, se encontró a las afueras de Wedderburn, a 200 kilómetros al norte de Melbourne (Australia), un trozo de metal del tamaño de un limón que pronto se identificó como un meteorito. Una de las particularidades del objeto es que, por lo que sugerían sus características, procedía del núcleo de un planeta despedazado por algún choque catastrófico contra un gran asteroide u otro planeta en formación. Esta rareza ha hecho que, según cuenta el diario australiano The Age, se haya repartido, rebanada a rebanada, entre científicos de todo el mundo. De los 220 gramos que el meteorito pesaba al llegar a nuestro planeta, solo quedan intactos 71.

Esta generosidad ha tenido interesantes resultados científicos. El último de ellos, el descubrimiento de un mineral nunca visto en la naturaleza a cargo de Chi Ma, del Instituto Tecnológico de California, y Alan Rubin, de la Universidad de California en Los Ángeles, ambos en Estados Unidos. Bautizado como edscottita, se trata de un carburo de hierro que, probablemente, se formó en el núcleo del planeta desaparecido forjado por el calor y la presión.

Pese a su origen extraterrestre, la edscottita no era una desconocida en nuestro planeta. En las fundiciones se ha encontrado como parte del proceso para convertir el hierro en acero, pero para ganarse el derecho a darle un nombre a un mineral es necesario encontrarlo en la naturaleza. En total, se han descubierto más de medio millón de minerales en los laboratorios, pero menos de 6.000 en su forma natural. De ellos, según calcula Rafael Lozano, especialista en meteoritos del Instituto Geológico y Minero de España, unos 50 se sacaron de meteoritos.

Lozano, que descubrió en la cueva de El Soplao, en Cantabria, un mineral nunca visto antes, la zaccagnaita-3R, cuenta que este tipo de hallazgos no son insólitos. Aquel mineral, como sucede con la edscottita, ya se había producido en un laboratorio. “La zaccagnaita-3R ya la había sintetizado la industria farmacéutica, porque era un antiácido, pero nunca se había encontrado en la naturaleza”, indica Lozano. “Tener la síntesis previa ayuda a encontrarlo después en la naturaleza porque conocemos la estructura”, señala.

Sobre el nuevo mineral hallado en el meteorito australiano, Lozano comenta que “no es algo excepcional porque las condiciones geológicas de formación en otros cuerpos del sistema solar o del universo no son las mismos que en la Tierra”, explica. “Es razonable que en otras condiciones diferentes se generen minerales distintos”, añade. De hecho, Lozano recuerda que en uno de los meteoritos más conocidos de España, el encontrado en Colomera, Granada, también se descubrió un mineral nunca antes visto en la naturaleza. “Se llama yagiita y lo encontró un equipo estadounidense con una muestra que recibieron entonces”, cuenta.

Chi Ma y su colega Alan Rubin han publicado el descubrimiento de este nuevo mineral en la revista American Mineralogist. Allí cuentan cómo junto a la edscottita había hierro y oro, pero también minerales mucho más extraños que solo se encuentran en la Tierra dentro de meteoritos caídos del cielo, como la schreibersita o la kamacita, o un metal como la troilita, raro en nuestro planeta, pero bastante frecuente en Ganímedes y Calisto, las lunas de Júpiter. Dentro de los meteoritos y sus metales extraños se leen las historias de otros mundos.

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