Las bacterias resistentes a antibióticos, ahora por vía alimentaria.

La resistencia a los antibióticos es uno de los principales desafíos a los que se enfrenta la medicina a nivel global. Incluso, en la reunión del G8 que tuvo lugar a finales de 2015, se equiparó con el cambio climático. Cerca de 25.000 personas fallecen anualmente en Europa debido a la resistencia a antibióticos y se estima que en 2050 este número superará los siete millones a nivel mundial.El problema va en aumento, y cada vez se están detectando más cepas multirresistentes.

En este marco, Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (MRSA, por sus siglas en inglés) es una bacteria particularmente problemática. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Burgos (UBU), la Escuela de Ingenierías Agrarias del Campus de Palencia de la Universidad de Valladolid (UVa), el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACYL) y la Universidad de Galati, en Rumanía, ha puesto de manifiesto la importancia que tiene la cadena alimentaria como posible correa de transmisión de esta bacteria que causa frecuentes infecciones intrahospitalarias y que está originando graves problemas de salud pública en todo el mundo.

En un artículo publicado en la revista ‘Trends in Food Science & Technology’, los investigadores realizan una revisión en torno a la presencia de MRSA a lo largo de la cadena alimentaria y en el potencial que tienen los animales de granja y los productos alimenticios derivados en su propagación.

Como detalla uno de los autores de la investigación, el profesor de la Universidad de Burgos David Rodríguez Lázaro, a principios de los años 90 se describieron las primeras cepas de Staphylococcus aureus resistentes a la meticilina, un antibiótico betalactámico, en hospitales de Estados Unidos. Estas cepas empezaron a producir procesos infecciosos bastante graves, principalmente de carácter respiratorio. Años después, se detectó un segundo linaje de carácter comunitario, más virulento aunque con menor resistencia a antibióticos. Finalmente, hace aproximadamente una década se descubrió un tercer linaje, más asociado a animales, una serie de cepas con nuevas resistencias a antibióticos utilizados en la producción animal.

“Como ya no se trata solo de un problema nosocomial, si no que se ha superado la barrera de los hospitales y MRSA ha llegado a los humanos a través de los animales, intentamos entender qué papel tiene la cadena alimentaria en esa transmisión. De este modo, nuestro grupo trabaja en los últimos años en caracterizar este tipo de cepas multirresistentes y en cómo los alimentos pueden ser otra vía de transmisión”, apunta el investigador.

El trabajo señala cómo el uso masivo de antibióticos en piensos para promover el crecimiento y el uso inadecuado de agentes antimicrobianos en medicina veterinaria y humana se consideran los principales contribuyentes a la aparición de MRSA. Y deja claro cómo la cadena alimentaria, desde la producción animal hasta la mesa, puede tener un papel relevante en la transmisión de dicha resistencia. De esta forma, MRSA tiene implicaciones para la seguridad de los alimentos y se requieren programas de vigilancia para su detección y control rápido.

Posibles estrategias para paliar un problema complejo

Según subraya Rodríguez Lázaro, paliar la transmisión de Staphylococcus aureus resistente a la meticilina es un problema complejo que requiere una solución multifactorial. Aunque, a priori, el desarrollo de nuevos antibióticos –un asunto que se encuentra parado desde hace tres décadas- permitiría salvar el problema a corto plazo, la solución no puede pasar únicamente por ello, ya que las bacterias podrían adaptarse nuevamente.

“Hay que plantear una estrategia combinada en tres ámbitos, la sanidad humana, animal y ambiental. En general, es necesario realizar un uso responsable de los antibióticos en todos los niveles. En el caso de la producción animal, los medicamentos deben ser prescritos por un profesional veterinario ante un problema que realmente sea de carácter bacteriano. Por otro, hay que tomar medidas de bioseguridad y buscar alternativas que permitan un manejo más racional de la producción animal, como el uso de compuestos antibacterianos de carácter natural, procedentes de plantas, para añadirlos a la alimentación animal y reducir así el uso de antibióticos. También se podrían utilizar virus que atacan a las bacterias de forma selectiva para eliminar posibles agentes infecciosos en la producción animal, y además realizar una gestión adecuada de subproductos de la ganadería, como las heces, que si se liberan de manera descontrolada pueden contaminar aguas”, asegura el investigador.

En cualquier caso, “la aproximación no puede ser unidireccional, tiene que plantearse un ataque integral, utilizando diferentes enfoques para que, si falla uno de ellos, exista otro que pueda paliar ese defecto. Tenemos que buscar una serie de barreras conjuntas o asociadas que hagan mucho más difícil el proceso evolutivo de las resistencias”, concluye.

FUENTE

****************************************************************************************

Europa ‘conecta’ a los pacientes con enfermedades raras

A partir del 1 de marzo comenzarán a funcionar las Redes europeas de referencia (RER), un nuevo recurso de la Unión Europea que servirá de herramienta de cooperación para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades raras.

Estas redes virtuales conectarán a más de 900 equipos médicos de 26 países de la UE, a través de las cuales los especialistas podrán concentrar y compartir tanto conocimientos como recursos relacionados con estas patologías.

Esta plataforma también facilitará que los pacientes puedan acceder a la información relativa a la asistencia sanitaria que necesitan, lo que incrementará sus opciones de recibir un tratamiento adecuado.

La posibilidad de reunir, virtualmente, a los mejores especialistas de la UE supondrá un beneficio para la salud de los miles de pacientes de estas enfermedades que necesitan una atención especializada en campos donde no existe una información médica tan extendida como en otras patologías.

El objetivo es que las RER sirvan además para desarrollar nuevos modelos de asistencia sanitaria, herramientas de cibersanidad, soluciones médicas y productos sanitarios.

Las redes usaran herramientas de telemedicina transfronterizas europeas y podrán beneficiarse de varias ayudas de la UE para la financiación, como el Programa de Salud, el proyecto Conectar Europa o el programa de investigación Horizonte 2020.

Las enfermedades raras afectan a 5 de cada 10.000 personas. Solo en Europa existen 30 millones de afectados, la mayoría niños, con afecciones muy diversas, como trastornos óseos, inmunodeficiencias o cánceres infantiles.

Compartir información para mejorar el diagnóstico

Uno de los principales desafíos en el tratamiento de las enfermedades raras comienza con su diagnóstico. La información sobre este tipo de patologías se encuentra además muy fragmentada. Son muchos los pacientes que se quedan sin diagnosticar por la ausencia de conocimientos médicos o científicos específicos o por la dificultad para poder acceder a ellos.

El objetivo principal de las RER es servir de nexo para compartir este tipo de información y ayudar en el diagnóstico y tratamiento de pacientes en toda la UE. Además se pretende que estas redes sirvan como herramienta que impulse la investigación y que esto contribuya a desarrollar nuevos productos farmacéuticos.

De la misma forma, se estima que contribuirán a hacer un uso más eficiente de los recursos sanitarios de alto coste, mejorando la sostenibilidad de los sistemas sanitarios nacionales y de los miles de pacientes de la UE que sufren este tipo de enfermedades.