Entre los judíos, la observancia del Sábado, el día del
Señor, era originariamente algo gozoso; pero los rabinos se
Pusieron a promulgar mandatos acerca de cómo había que
Observarlo y de las actividades que estaban permitidas,
Hasta que algunas personas se dieron cuenta de que
Apenas podían moverse durante el sábado, por miedo a
Transgredir tal o cual norma.

Baal Sem, hijo de Eliezer, reflexionó mucho a este
Respecto, y una noche tuvo un sueño: un ángel se lo llevó
Al cielo y le mostró dos tronos situados mucho más arriba
Que los demás.

“¿Para quién están reservados?”, preguntó.

“Para ti”, le respondió el ángel, “si sabes hacer uso de tu
Inteligencia, y para un hombre cuyo nombre y dirección
Escribo ahora mismo en este papel que te entrego”.

A continuación, fue llevado al lugar más profundo del
Infierno y le fueron mostrados dos asientos vacíos. “¿Para
Quién están reservados?”, preguntó.

“Para ti”, fue la respuesta, “si no sabes hacer uso de tu
Inteligencia, y para el hombre cuyo nombre y dirección
Figuran en este papel que ahora se te entrega”.

En su sueño, Baal Sem fue a visitar al hombre que habría
De ser su compañero en el paraíso, y descubrió que vivía
Entre los gentiles, que ignoraba por completo las
Costumbres judías y que los sábados solía dar un banquete
De lo más animado al que invitaba a todos sus vecinos
Gentiles. Cuando Baal Sem le preguntó por qué celebraba
Aquel tipo de banquetes, el otro le respondió: “Recuerdo
Que, siendo niño, mis padres me enseñaron que el sábado
Era un día de descanso y regocijo; por eso mi madre hacía
Los sábados las más suculentas comidas, en las que
Cantábamos, bailábamos y armábamos un gran jaleo. Y yo
He seguido su ejemplo”.

Baal Sem trató de instruir a aquel hombre en los usos de
Lo que en realidad era su religión, porque aquel hombre
Había nacido judío, pero, evidentemente, ignoraba por
Completo todo tipo de prescripciones rabínicas. Pero se
Quedó sin habla cuando se dio cuenta de que la alegría
Que aquel hombre experimentaba los sábados se echaría a
Perder si se le hacía tomar consciencia de sus deficiencias.

En el mismo sueño, Baal Sem acudió luego a visitar a su
Posible compañero del infierno, y descubrió que se trataba
De un hombre que observaba estrictamente la ley y que
Sentía el temor constante de que su conducta no fuera la
Apropiada. El pobre hombre se pasaba todo el sábado en
Un estado de tensión originado por sus escrúpulos, como si
Estuviera sentado sobre brasas. Y cuando Baal Sem trató
De reprenderle por ser tan esclavo de la ley, perdió la
Facultad de hablar al caer en la cuenta de que aquel
Hombre nunca comprendería que podía actuar
Equivocadamente por tratar de cumplir las normas
Religiosas.

Gracias a esta revelación en forma de sueño, Baal Sem
Elaboró un nuevo sistema de observancia, según el cual a
Dios se le da culto con la alegría que brota del corazón.

     Cuando las personas están alegres,
     Siempre son buenas;
     Mientras que, cuando son buenas,
     Rara vez están alegres.