EL SER Y EL HACER

Si tu búsqueda no te está llevando hacia estados más y más dichosos, en los que puedes cantar y bailar, entonces algo va mal, entonces algo va absolutamente mal. Entonces estás en algún mal camino. Tu gozo, tu canto y tu danza, es la indicación. No hace falta que seas extrovertido: no necesitas cantar para que otros puedan oírlo, pero tú oirás el canto continuamente dentro de ti. Si quieres, puedes cantar y compartir, pero habrá una danza en tu interior. Cuanto más te acercas a casa, más feliz te sientes. La felicidad es la cualidad de la energía volviendo hacia casa.

Así es como millones de personas se han unido a Buda, a Jesús, a Krishna; su canción, su gozo, su éxtasis, es contagioso. Cuando lo oyes, lo único que puedes hacer es unirte. Por eso la gente tiene miedo de oír. La gente tiene miedo de entrar en contacto con alguien que pueda cambiar su dirección, su vida. Lo evitan. Se convencen a sí mismos de que no hay nada que buscar. Pero su argumentación no es más que una racionalización de un miedo profundo, oculto.

La gente se comporta como si fuera ciega y sorda. Esa es la mente astuta que sigue diciendo: No vayas en esa dirección, hay peligro. Peligro para la mente, por supuesto, pero no para ti. Por primera vez te convertirás en maestro de tu ser, pero entonces tendrás que dejar que alguien que ha llegado a saber te toque el corazón y le dé un ritmo, tendrá que dejar que lo haga para que pueda compartir su armonía contigo.

En Oriente lo llamamos satsang. Significa estar en presencia de un maestro, estar en la armonía del maestro, armonizarse con el maestro. El maestro está ahí, tú simplemente te sientas a su alrededor, sin hacer nada. Pero poco a poco te embebes de esa atmósfera, de ese entorno. Poco a poco la energía del maestro va desbordándose y tú te abres a ella. Poco a poco te relajas, y no te resistes, y no luchas, y empiezas a saborear, y empiezas a oler algo de lo desconocido, el gusto, la fragancia. Cuanto más tienes su sabor, más surge la confianza.

Simplemente al estar en presencia de un hombre iluminado se abren tremendas posibilidades, tu potencial comienza a ponerse en marcha, a funcionar. Puedes sentir el zumbido, el murmullo de lo nuevo que llega a ti. Pero es el compartir de una canción, el compartir de una danza, el compartir de una celebración.

Tal como eres, no puedes encontrar la verdad. Tal como eres, sólo puedes encontrar lo falso, porque no es una cuestión de buscar e investigar, es una cuestión de tu conciencia. Si no eres verdadero, ¿cómo vas a encontrar la verdad? La verdad sucede a aquellos que se han vuelto auténticamente verdaderos. Si eres falso, encontrarás falsedad dondequiera que vayas, porque, de hecho, no es una cuestión del mundo objetivo, es una cuestión de tu propia subjetividad. Tú creas tu mundo. Tú eres tu mundo. Así que si tú eres injusto, creas un mundo injusto a tu alrededor. Si eres falso, creas un mundo de mentiras a tu alrededor; tú proyectas tu propio mundo. Así que no te enfades con el mundo, el mundo que tienes te lo has ganado. Te lo mereces. El mundo no es más que tu propia mente ampliada.

Alguien preguntó una vez a Buda:
-¿Qué es la verdad?
Él dijo:
-Cualquier cosa que hace una persona iluminada es verdad.
Alguien preguntó a Mahavira:
-¿Quién es un santo auténtico?
Mahavira dijo:
-Quien ha despertado.

No es una cuestión de actos. Lo que haces no importa, lo que importa es lo que eres. Normalmente las gentes piensan que aunque son falsas, aún pueden hacer algunas obras buenas. Eso no es posible. Saben que son ignorantes, pero aún piensan que algo, algunas partes de la vida, se pueden transformar: “Por lo menos deberíamos hacer eso”. Pero nada es posible. No puedes hacer algunas obras buenas, es imposible. No es questión de lo que haces: es cuestión de tu ser. Si tú eres falso, todo lo que haces es falso. No importa lo que parezca, todo lo que haces es falso. No puedes hacer nada bien si, para empezar, tú no eres auténtico. Y si eres auténtico, no puedes hacer nada mal, no importa lo que parezca.

Si Krishna se hace ladrón, eso está bien. Es muy difícil para la mente occidental comprender la actitud oriental, porque toda la actitud oriental se basa en ser, y toda la actitud occidental se basa en hacer. El bien es algo que hay que hacer; la santidad tiene que ver con las obras; en Oriente no es así, porque puedes hacer una buena obra y puede que tú no seas bueno; entonces, en alguna parte de esa buena acción habrá también una mala intención. Tiene que ser así. Y si estás despierto, incluso si la sociedad decide que está mal, la sociedad se equivoca, porque de un corazón despierto es imposible que surja nada malo.

Invitaron a cenar a un fakir. Lo sentaron junto a un hombre, y durante la cena le preguntó:

-¿Para qué vive?
-Soy farmacéutico –respondió el hombre.
-Sí –dijo el fakir-. Eso es lo que hace para vivir, pero ¿para qué vive?
Hubo un momento de duda.
-Bueno, señor, en realidad nunca he pensado en eso –replicó el farmacéutico.

En Occidente, y sobre todo para la mente moderna tanto en Oriente como en Occidente, hacer se ha vuelto más y más importante. Y cuando hacer se vuelve más y más importante, pierdes totalmente el contacto con tu ser, pierdes totalmente el contacto con la fuente de vida. Entonces vas haciendo mil y una cosas, excepto lo más esencial. Lo más esencial es conocerse a uno mismo, y no te puedes conocer a ti mismo a no ser que lleves toda tu consciencia desde el hacer al ser.

Cuando alguien pregunta: ¿Qué eres?, tú respondes: Soy médico, o soy ingeniero, arquitecto, o algo así. Estas respuestas son erróneas. Eso es lo que haces, eso no es tu ser. Cuando yo te pregunto: ¿Quién eres?, no te estoy preguntando si eres médico o ingeniero.Eso es lo que haces. Eso no es tu ser. Así es como te ganas la vida, eso no es tu vida.

¿Quién eres?

Si abandonas esas ideas de ser médico, ingeniero, profesor, de pronto tomarás conciencia de un cierto vacío en tu interior... no sabes quién eres. Y ¿qué tipo de vida es esa en la que ni siquiera eres consciente de quién eres?

Uno va evitando ese vacío interior. Uno va poniendo parches por todas partes para no poder ver ese vacío interior. Uno va aferrándose a las acciones, y las acciones no son más que sueños, buenos y malos. Buenas acciones, buenos sueños; malas acciones, pesadillas. Pero ambas son sueños, y el esfuerzo entero de Oriente ha sido ese: conocer al soñador.

¿Quién es este soñador?

¿Quién es esta conciencia en la que los sueños vienen, fluyen y se van?

FUENTE

 

 

2015

- Diciembre
- Noviembre
- Octubre
- Septiembre
- Agosto
- Julio

2016

- Enero