LO IMPORTANTE DE LA CONFIANZA

Durante siglos, la mente humana ha sido entrenada para dudar. Antes de Jesús, la mente humana vivió durante siglos con confianza, vivió con la simplicidad del corazón. Los ojos de la gente eran claros. Esto ocurre rara vez en nuestros días. Veo que una gran armadura rodea a la gente, muy sutil, pero se están protegiendo por todos lados. No permiten que exista ninguna brecha por donde pueda entrar en ellos. Sus pensamientos son una cosa; su realidad es precisamente la opuesta.

La gente era simple en la época de Jesús. Sólo debieron mirarle, y cuando Jesús dijo: "Seguidme", simplemente le siguieron. Era natural. Cuando estos evangelios fueron escritos, los que los estaban escribiendo no se dieron cuenta de que algún día estas cosas parecerían ficticias. Era tan natural en aquellos días, que los escritores del evangelio no pudieron imaginar que algún día este asunto parecería falso, que no sonaría real.

Esto está ocurriendo ahora en todas partes del mundo.

Entra en la atmósfera de Buda: una cualidad diferente de humanidad le rodea.

Prasanjit, un rey, fue a ver a Buda. Era amigo del padre de Buda ambos eran reyes y cuando llegó a sus oídos que el hijo de su amigo había renunciado al mundo, se quedó muy preocupado. Cuando Buda llegó a su ciudad capital, fue a verle y a convencerle. Le dijo a Buda: "¿Qué es lo que has hecho? Si no eres feliz con tu padre, ven y quédate en mi palacio. Cásate con mi hija sólo tengo una hija y este reino será tuyo. Pero no andes como un mendigo: es doloroso. Eres el único hijo de tu padre ¿qué estás haciendo? Estos dos reinos serán tuyos. Ven a mi casa".

Buda miró a los ojos de Prasanjit y le dijo: "Sólo una pregunta. ¿Has logrado alguna felicidad a través de tu reino? Sólo di sí o no. Si dices sí, te sigo. Si dices no, entonces tú tendrás que seguirme".

Pransanjit cayó a los pies de Buda y dijo: "No. Renuncio; iníciame. Dejo todo esto", un tipo muy diferente de inmediación.

La misma cosa me sucedió, la misma. Uno de los amigos de mi padre era un abogado, un abogado muy astuto. Cuando volví de la universidad a casa, mis padres naturalmente estaban preocupados. Querían que me casara y me estableciera, pero no querían decírmelo directamente. Sabían que decirlo en forma directa sería una interferencia en mi vida, y no son nada agresivos, más bien silenciosos, simples. Así que pensaron en su amigo y le pidieron que viniera.

Vino con todos sus argumentos a la mano ¡era un abogado! Me dijo: "Si te convenzo de que debes casarte, ¿te casarás?".

Yo le contesté: "Naturalmente. Pero si no puedes, ¿estarás entonces dispuesto a dejar a tu esposa y a tus hijos? “. ¡El hombre no había pensado en eso! Me dijo: "En ese caso, tendré que pensarlo".

Nunca regresó. La cualidad de la mente ha cambiado, de lo contrario, había una oportunidad para él, una abertura en el cielo. Esperé y esperé, pero nunca volvió. Se asustó, porque todos saben que la vida, tal como la has vivido, no te ha dado nada. Pero uno necesita valor para reconocerlo, porque junto con decir esto, ocurre una profunda renunciación. Una vez que te das cuenta de que la vida, tal como la has vivido, ha sido fútil, infructuosa, irrelevante, ya has entrado en otro sendero.

Y Jesús le dijo a Mateo: Sígueme. Y él, levantándose, le siguió. ¡Qué mundo tan maravilloso, qué consciencia tan hermosa! Tú puedes tener esa consciencia; y, a través de ella, todo se vuelve posible: hasta lo imposible se vuelve posible.

Prueba. Tira las dudas, porque siempre que dudas eres destructivo. La duda es destructiva; la confianza es creativa. La duda mata, la duda es un veneno. La confianza te da vida, vida en abundancia, vida infinita, porque cuando confías te relajas.

Con la confianza no hay miedo, con la confianza no hay necesidad de defenderse, con la confianza no hay lucha. Te dejas ir, fluyes con el río. Ni siquiera nadas: el río te lleva al océano. Ya se dirige hacia el océano. Luchas innecesariamente; y, a través de la lucha, destruyes tu energía. Cuando luchas, te frustras, cuando luchas, pierdes la oportunidad en que podrías haber bailado, en que podrías haber celebrado. La misma energía se convierte en lucha. La misma energía puede transformarse en entrega.

El Evangelio dice: “Y he aquí que, estando Jesús a la mesa en la casa, muchos publicanos y pecadores vinieron y se sentaron a la mesa con él y sus discípulos.”

Esto debe ser entendido. Es un punto muy delicado: cuando un hombre como Jesús está en la tierra, los pecadores le reconocen antes que la mal llamada gente de bien, porque los pecadores no tienen nada que perder, excepto sus pecados. Los pecadores no tienen mentes obstinadas; no tienen teologías y escrituras. Los pecadores tienen la sensación de que sus vidas han sido fútiles, los pecadores sienten una urgencia por arrepentirse y retornar.

Pero la mal llamada gente respetable, guardianes de templos e iglesias, alcaldes, políticos, dirigentes, eruditos, etc., tienen mucho que perder y ninguna urgencia de ser, ningún apremio por transformarse a sí mismos, ningún deseo, en realidad. Están embotados y muertos. Los pecadores están más vivos que los mal llamados santos, y los pecadores son más valientes que los mal llamados santos. Necesitas valor para acercarte, para aproximarte a Jesús.

¿Has observado que los mal llamados santos no son en verdad religiosos, sino simplemente gente temerosa? Miedo del infierno, miedo del castigo de Dios... o codiciosos, codiciosos y ambiciosos por obtener el cielo: los premios y bendiciones de Dios. Pero no son realmente religiosos. Cuando eres de verdad religioso, no te interesa el cielo y el infierno, no te molestas por nada. En este mismo instante estás tan totalmente sumergido en el paraíso, que ¿a quién le importa el paraíso que vendrá después de la muerte?

Los pecadores tienen más valor, se arriesgan. Y he aquí que, muchos publicanos y pecadores vinieron y se sentaron a la mesa con él y sus discípulos.

“Y cuando los Fariseos vieron esto, la gente respetable, la gente buena, les dijeron a sus discípulos: ¿Cómo es que vuestro Maestro come con publicanos y pecadores?”

Sus mentes siempre están pendientes de esas tonterías: con quién estás comiendo, con quién estás sentado. No miran directamente a Jesús: están más interesados en los que están sentados con él. Está sentado con pecadores: ése es el problema que tienen en este momento. Jesús no les produce absolutamente nada, pero los pecadores les producen ansiedad. ¿Cómo pueden llegar y sentarse con este Maestro?

Los pecadores están ahí. Los condenados para los cuales ellos han inventado el infierno están ahí sentados. Tus mal llamados santos no permitirán a esos pecadores estar tan cerca, nunca. No les gustaría en absoluto estar en su compañía. ¿Por qué? ¿Por qué tus santos temen tanto a los pecadores?

Temen su propio miedo interior, temen que al estar con pecadores, la posibilidad de que los pecadores les conviertan a ellos sea más probable que la de que ellos conviertan a los pecadores. Tienen miedo. Tienen miedo de los pecadores que tienen en su interior. De ahí surge el miedo al pecador allí afuera. Recuerda siempre que cualquier cosa que digas, a fin de cuentas se refiere a ti, a nada más. Si temes ir a un sitio donde se reúnen borrachos, eso simplemente muestra que tienes cierta tendencia hacia el alcohol, hacia los intoxicantes, y que tienes miedo. De lo contrario, ¿por qué temer? puedes estar tranquilo allí. Nadie te puede corromper, excepto tú mismo.

“Les dijeron a sus discípulos ...” Esto también debe recordarse; no se lo dijeron a él. Conozco a esos Fariseos que andan por ahí. Te lo dirán a ti, no vendrán a decírmelo a mí. Se lo dicen a los discípulos, porque incluso acercarse a Jesús a decírselo es peligroso. Èl puede hipnotizarte, es arriesgado, habla sólo con los discípulos. Y es gente tan impotente la que ha llegado a ser importante; poseen todos los puestos clave en el mundo, poseen todo el poder y son absolutamente impotentes. Ni siquiera están dispuestos a acercarse y a enfrentar a Jesús.

“¿Cómo es que vuestro Maestro come con publicanos y pecadores?”, como si los pecadores no fueran seres humanos. Como si ellos mismos no fueran pecadores. ¿Quién puede decir: "No soy un pecador"? Estar aquí en este mundo es estar de una manera u otra envuelto en el pecado. Nadie puede proclamar lo contrario.

Cuando toda la humanidad está envuelta en el pecado, ¿cómo puedes tú permanecer ajeno a él? Tienes parte en ello. Si el pecado ocurre en algún sitio, soy parte de él, porque soy parte de la humanidad. Produzco el clima, quizá una parte muy pequeña de él, pero aún así, también creo el clima. ¿Cómo puedo imaginarme fuera de ello? Todo lo que cualquier ser humano esté haciendo en algún sitio: él es parte de mí y yo soy parte de él. Unos formamos parte de los otros.

Un verdadero santo siempre se siente humilde, porque sabe que también es un pecador. Sólo un santo falso se siente orgulloso y piensa que está por encima. Nadie está por encima. Si existe un Dios, Èl también debe ser parte de tu pecado. Y Èl lo sabe, porque está involucrado contigo. Èl late en tu corazón, respira en ti; y si cometes un pecado, Èl es parte de él. Sólo los mal llamados santos, los falsos, los de mentira pueden pensar lo contrario y sentirse orgullosos.

 

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