Una pulga decidió trasladarse con su familia a la oreja de
Un elefante. De modo que le dijo a éste: “Señor Elefante,
Mi familia y yo pensamos mudarnos a vivir a su oreja, y he
Pensado que debía decírselo a usted y darle una semana
Para que lo piense y me haga saber si tiene alguna
Objeción que poner”.

El elefante, que ni siquiera era consciente de la existencia
De la pulga, no se dio por enterado; y la pulga, después de
Observar escrupulosamente el plazo establecido de una
Semana, dio por supuesto el consentimiento del elefante y
Se trasladó.

Un mes más tarde, la señora pulga decidió que la oreja del
Elefante no era un lugar saludable para vivir e hizo ver a
Su marido la conveniencia de una nueva mudanza. El
Señor pulga le pidió a su mujer que aguantara al menos
Otro mes para no herir los sentimientos del elefante.

Finalmente, se lo dijo con toda la diplomacia de que fue
Capaz: “Señor Elefante, hemos pensado cambiar de
Vivienda. Naturalmente, no tenemos ninguna queja de
Usted, porque su oreja es espaciosa y confortable. Lo único
Que ocurre es que mi esposa preferiría estar al lado de sus
Amigas, que viven en la pata del búfalo. Si tiene usted
Alguna objeción que hacer a nuestro traslado, hágamelo
Saber a lo largo de esta semana”.

El elefante no dijo ni palabra, y la pulga cambió de
Residencia con la conciencia tranquila.

Si el universo no es consciente de tu existencia, ¡tranquilo!