Era frecuente ver al párroco charlando animadamente con
Una hermosa mujer de mala reputación, y además en
Púbico, para escándalo de sus feligreses.
De manera que le llamó el obispo para echarle un
Rapapolvo. Y una vez que el obispo le hubo reprendido, el
Sacerdote le dijo: “Mire usted, monseñor, yo siempre he
Pensado que es mejor charlar con una mujer guapa y con
El pensamiento puesto en Dios que orar a Dios y con el
Pensamiento puesto en una mujer guapa”.
Cuando el monje va a la taberna,
La taberna se convierte en su celda;
Cuando el borracho va a la celda,
La celda se convierte en su taberna.
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