Subhuti, discípulo de Buda, descubrió de pronto la riqueza
Y fecundidad del vaciamiento de sí, cuando cayó en la
Cuenta de que ninguna cosa es permanente ni satisfactoria
Y de que todas las cosas están vacías de “yo”. Y con este
Talante de divino vaciamiento se sentó, arrobado, a la
Sombra de un árbol, y de repente empezaron a llover
Flores alrededor de él.

Y los dioses le susurraron: “Estamos embelesados con tus
Sublimes enseñanzas sobre el vaciamineto”.

“¡Pero si yo no he dicho una sola palabra acerca del
Vaciamiento…!”

“Es cierto”, le replicaron los dioses, “ni tú has hablado del
Vaciamiento ni nosotros te hemos oído hablar de él. Ese es
El verdadero vaciamiento”. Y la lluvia de flores siguió
Cayendo.

     Si yo hubiera hablado de mi vaciamineto o hubiera tenido
     Conciencia del mismo, ¿habría sido vaciamineto?

     La música necesita la oquedad de la flauta; las cartas, la
     Blancura del papel; la luz, el hueco de la ventana; la santidad, la
     Ausencia de “yo”.